El culto hebreo a Yahweh en la primera mitad del I milenio a.c.

En las opiniones de JM Blázquez y J Cabrero, basándose en la evolución histórica de las creencias  canaanitas, resulta admisible pensar que antes del destierro babilónico, los hebreos practicaban un henoteísmo que tributaba exclusivo culto al dios Yahweh. Dios Yahweh  que aparece como sustituto nominal del supremo  dios de semitas occidentales Ēl. Una divinidad, éste última,  que en ningún momento debemos relacionar si no es con las creencias amorrito-benjaminitas y con otros dioses semíticos mas orientales, caso de Dagan o Amurru. En el Génesis, un indicativo de ésta circunstancia ésta sustentado en que los antropónimos están formados sobre  término «Ēl» y no sobre  Yahweh o Yhw.  Una deidad venerada, YHWH,  con anterioridad al II milenio a.c. en la parte mas occidental del territorio afecto a los semitas por sus poblaciones nómadas y sedentarias.

Bronce de Astarté/Anat. 1400-1200 a.c. Libano. Photo by S. Cornelius.

Para entender los cultos posteriores hacia la actual divinidad hebrea, habría que retrotraernos a la situación geopolítica del Bronce Final y la consideración de la región como la provincia egipcia en Asia. Es éste contexto de dominación, donde encontraremos las primeras reseñas hacia determinados grupos transhumantes, denominadas genéricamente por los egipcios como ” šꜣśw” o «shashu», y autodenominados, por una de ellas, como «yæhudah”. Su alusión temporal y textual  correspondería a los reinados de Amenophis III y Ramsés II,  y donde tales referencias nos  hablarían  de una región denominada “‘Yahu’/YHW  en la tierra de los beduinos «shashu” (Weippert, 1974, Hermann, 1967, H.W. Fairman, 1939). No en vano, tal divinidad, y en el Valle de Timna, actual Serabit el-Jadim en el Sinai, fue asimilada, por aquel tiempo, en el panteón egipcio como el dios Sodpu, “Señor de los Shashu”, «Guardián de las Minas», y donde estaba acompañado por Hathor, la sosias egipcia de la diosa semítica Asherah/Ashtar(um), Shumacher (1998) y LDÄ 4 (1982, 1067-1068). Deidad, Sodpu, de carácter heliaco y bélico,  se le asimilaba con el «Sol Abrasador» en relación con Sirio. Se le representaba como un guerrero vestido a la moda semita y coronado por el astro rey.

Según la hipótesis kenita, Wādī ʻAraba, un valle inferior al Jordán que discurre entre el sur del Mar de Galilea en dirección al Mar Muerto con fin en el golfo de Aqaba, sería el hilo conductor de las migraciones semíticas mas occidentales hacia la Transjordania. Unas migraciones que junto con el asentamiento en las costas del Levante Meridional Mediterráneo de grupos mediterráneos conformaría el mapa político en la antigua provincia egipcia a partir de siglo XII a.c. De éste transito son testigos determinadas piezas arqueológicas, caso de una gran tinaja doméstica hallada en un templo datado entre los siglo IX-VIII a.c., de Kuntillet ‘Ajrud, y donde puede leerse una inscripción: «Al Yahweh de Samaria y a su Ašerah» y que J.M. Blázquez asimila a los cultos amorrito-canaaneos hacia la compañera del dios Baal o su árbol –  Entendemos que Blázquez en este comentario hace referencia a «su árbol»  como alegoría de un «centro de culto», y en particular referencia a una determinada parte de ellos: Los «asherim» de  las  culturas  semíticas (Jeremías 17: 1-3)  donde  acontecían las prácticas hierógamas en honor a la diosa Asherah -.  Si bien y dicho esto,  habría que decir que los cultos amorritas vinculaban sus creencias hacia una sosias de otra divinidad semita, la diosa Athirat. Relación que viene soportada sobre el término ugarítico “aṭr” y  hebreo “ʾašr” , «sacro» o «lo sacro», siendo personalidades intercambiables (Albright, 1925; Day, 1986).

En una segunda inscripción de la misma fecha, hallada en Khribet El Gom se puede leer la frase: «Yahweh bendiga a Uriyahn, ya que su Ašerah le ha salvado de sus enemigos«. Estas inscripciones indicarían durante ese tiempo, el dios Yahweh  tenía una diosa por compañía, cuyo culto será posteriormente atacado por los grandes profetas entre los siglos VIII-VI a.c. durante la reforma religiosa del rey Josías.

“Uriyahu, el afortunado, lo escribe:  ¡Bendecido está Uriyahu por Yahweh, ya que de sus enemigos, su Ašerah,  le ha salvado!. […] por Oniyahu, […] por su A(she)rah, , […] y por su Ašerah ” Inscripción encontrada en Khribet El Gom (Mar Muerto) , siglo IX-VIII a.c.

Sodpu

Detalle del relieve funerario del templo del faraón Sahure. 2496-2483 a.c.  Aparece el dios Sodpu como «Señor de las Tierras del Sol»  Ägyptisches Museum Berlin.

Ésta relación  vendría  rubricada por los nombres teóforos que acompañan al texto y donde Uriyahu , “Yæhu es mi Luz”, o Oniyahu, “Yæhu es mi Fuerza»,  y que son apelativos propios de la tribu de Judah. En los papiros de Elefantina y en otros documentos de esta colonia hebrea, Yæhu/Yhw fue también venerado en compañía de  la diosa Anat, aquí una versión juvenil de la diosa Asherah – Siendo la primera, posiblemente una «traducción», a su vez, de la personalidad de la diosa egipcia Sekhmet, llamada la «Señora Asheru» y asociada al dios Sodpu – . A esta primera diosa debe aludir el profeta Jeremías en torno al 626 a.c.,   cuando recrimina a los hebreos de Egipto el tributar culto a la» Reina del Cielo», así como a otras divinidades egipcias.

En muchas localidades de Palestina se han descubierto en las excavaciones unas figurillas que representan a una mujer desnuda de abultados senos o con una cabeza de aparatoso peinado y que están fechadas en los primeros siglos del I milenio a.c.  Se trata de una diosa femenina muy venerada en la religión popular hebrea, que podía ser la diosa Ašertu/Aširtu amorrito-benjaminita o una  genérica «Diosa de la Fecundidad» semítica,  y que es citada en Jueces 2.13,  muy venerada. Estas figurillas confirmarían que en la religión popular semítico-levantina, el dios supremo tendría una compañera/consorte. Dicho lo anterior, parece también evidente que independientemente de su denominación grupal, las diferentes tribus semíticas mantendrían un importante poso de los cultos hacia las «Diosa-Madre», heredados de su relación en el III milenio a.c. con las culturas neolíticas acerámicas que se extendieron por el Mediterráneo Oriental y la «Creciente Fertil». En el caso de la tribu de Yæhudah, tales creencias, estarían, a su vez, remarcadas por la versión egipcia, de igual manera que los cultos a Yahweh lo estuvieron por las corrientes semítico-arábigas kenitas, con así nos certifican los textos bíblicos.

« Y Chilkiyahu (Hilcías) el Kohen HaGadol/ Sumo Sacerdote dijo a Shaphan, el Escriba: : «He descubierto un Sefer HaTorah en la Beit Hashem/ Casa de Hashem». Y Chilkiyahu entregó a Shaphan el Sefer, y lo leyera. Y Shaphan, el Escriba, fue al HaMelech/Soberano, volviendo con la palabra del HaMelech, y dijo: «Tu avadim/sirviente (refiriéndose al Sumo Sacerdote) ha hallado la  kesef/riqueza que estaba guardada en el HaBeis [HaMikdash]/ Sagrado[Templo], y lo ha confiado  a la yad osei hamelachah/mano de obra, para que lo posean los mufkadim/Jueces de Beit Hashem». Y Shaphan, el Sefer,  lo mostró al HaMelech, diciendo: «Chilkiyahu, el Kohen, me ha entregado un Sefer», y lo leyó ante el HaMelech. Y sucedió que cuando el HaMelech hubo oído el Divrei Sefer HaTorá, rasgó sus vestiduras..» 2 Reyes 22: 8-11. Biblia Ortodoxa Hebrea.

Por otro lado,  quedaría por comentar el escenario religioso que los hebreos encontraron a su llegada a la Transjordania y sus relación con las tribus semitas benjaminitas que poblaban la parte mas oriental de la región. Así, por ejemplo, y durante los tiempos míticosY aquí cito a Finkestein y Silberman: «La arqueología ha demostrado que la visión bíblica del Siglo de Oro de David y Salomón no es exacta; es una proyección a tiempos pasados (siglo XII a.c.)  de Judá en el siglo VII a.c » -. de David y Salomón, se tiene conocimiento de un culto en el Templo de Jerusalem hacia una divinidad de carácter solar, el dios Šalem – no en vano Jerusalem/Yêrûšālēm viene a significar «Fundación de Šālēm» y de la que se conoce tal denominación desde el siglo XIV a.c., según Amarna –, así como la existencia de un Ašerim en el monte Sion donde se tributaba culto a la diosa Athirat amorrito-ugarítica. A los anteriores, habría que citar los cultos filisteos/peleset de origen Egeo hacia la «Diosa del Mar», una variante juvenil de la diosa Potnia Theron/Cibeles de carácter anatólico-minóico, y que fue asimilada a las diosas Sekhmet egipcia y Anat ugarítica  como Astarté en un sincretismo religioso. También ha de mencionarse, y así aparecen en los textos bíblicos, la diosa Hebat y el dios Adonoi/Haddad, dos divinidades agro-naturales hurritas, y sus sosías ugaríticos: Baal y Anat. Tal «frondosidad» de nomenclaturas, en referencia a una genérica «Diosa de la Fertilidad» y su consorte, es consecuencia de una atomización política de impronta nacionalista que aconteció, a principios de la Edad de Hierro I,  en la región sirio-palestina. 

Un nacionalismo que en el caso hebreo se asentará  en el supuesto descubrimiento en los muros del templo de Jerusalem  de un «Sepher HaTorah» –  O «Libro de la Ley».  En realidad, como dicta el texto hebreo y a diferencia de lo que afirman los textos cristianos, lo que sucedió fue la finalización de su recopilación en el reinado del rey Josías/Josiah, 640-609 a.c. –. siendo éste momento y a partir del cual,  cuando  se  edificará una renovada perspectiva de la religiosidad oficial. En relación, resulta esencial recordar la impronta que el reinado de Josiah supone para el pueblo judío, y que se hará patente posteriormente el recuerdo trágico del final de la independencia de Judah, destrucción del Templo de Jerusalem, así como el cautiverio babilónico de buena parte de su élite gobernante. Si bien, no es menos cierto que ésta reforma religiosa, esencialmente, transmitía la percepción de un dios, Yahweh, ligado al hecho teológico del Deuteronomio y los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes, en una voluntad divina de riguroso cumplimiento de la Ley que la desvincularían definitivamente  de los cultos amorrito-benjaminitas.

Es evidente que la intención a que nos dirige estos acontecimientos,  era estandarizar, y centralizar,  un  exclusivo y único culto a Yahweh en Judah y el futuro Israel que supusiera, a su vez, la premisa para asentar un fuerte espíritu nacionalista y es aquí donde podríamos enmarcar el dictamen de la lectura de los libros sagrados al  pueblo  llano hebreo como nos dicta  los pasajes bíblicos de  2 Reyes, 23; 1-3 o  Nehemías, 8.  Situación que hizo imprescindible la creación de  alianzas  basadas en premisas  étnicas y culturales que permitieran a éstos pueblos perdurar en su independencia – Un  caso paralelo pudiera ser  la asociación de ciudades-estado fenicias – ,y que concluyó con la toma del poder en Oriente Próximo,  durante los siglos X al  VIII a.c., del imperio asirio.   El declive de Asiria fue visto por los dirigentes hebreos como un nuevo punto de partida para rememorar y reivindicar  los míticos tiempos de los reinados de David y Salomón. Un primer intento de desarrollo independiente  que fue cercenado por  Nabucodonosor II , dando paso su exilio a Babilonia y la segunda destrucción del templo de Jerusalem en el año 587 a.c. aprox.

Representación en bronce de un Baal trifacial.

El exilio babilónico estructuró el nuevo dogma religioso judío . Futuras creencias, las hebreas, que fueron fuertemente influenciadas por los cambios filosóficos babilónicos y sus consideraciones henoteológicas hacia un «dios personal» y único.  Circunstancias que añadidas a un ideario nacionalista excluyente , conducirían,  y tras la reforma macabea, a los principios del  proto-monoteísmo hebreo.Aunque este concepto no sea plenamente satisfactorio ya que sigue conservando conceptos asimilables a las «triadas deíticas» y  a los «Elohim» o héroes divinizados de la tradición semítica – La concreción de este «renovado» panteón hebreo estaría supeditado a las condiciones del contorno del futuro estado  judío y que por tanto, obligaría a una inevitable «reconfiguración» de las generales creencias  semítico-occidentales practicadas hasta entonces, si bien de una forma no oficial si popular ante su evidente paralelismo con los estados  que conformarían  sus fronteras.  Así,  diosas como Anat, Asherah o Astarté debían de ser desechadas por su evidente relación con los cultos idólatras,  por el contrario dioses como Ēl  son asimilados como  eje de una divinidad suprema, Ēl-Yahweh.  De igual manera, los otros dioses principales de los cultos con  panteones semítico nor-occidental,  tales como el Dagón filisteo  o el Haddad/Baal  semítico nor-occidental,  son denunciados como la personificación de los falsos dioses y que nos hace recordar pasajes como el del «Becerro de Oro» o  los de 1 Samuel 5, donde Baal-Haddad era representado, en su forma animal, como un toro.

Quedaría por dilucidar como asimiló el pueblo llano  las creencias henoteológicas desde su politeísmo, en caso que esto fuera así. En relación, ya hemos comentado que existe la constancia de unas creencias hacia el dios Yahweh desde finales del II milenio a.c. y que pudiera ser la representación de un dios supremo creador del Cielo y de la Tierra asimilable al primitivo dios semítico-amorrita de la etapa nómada. Otra posible explicación podría ser la concepción  dualista que hemos citados anteriormente en Kuntillet ‘Ajrud donde aparecen los conceptos, ya extendidos por Oriente Próximo,  de un «dios supremo personal» que se hace acompañar de una «diosa de la Fortuna» o tal vez, y siguiendo la  general percepción  semítica occidental de la autoridad paterno-maternal como un todo, pudiéramos encontrar la respuesta:

« Con validez al día de hoy, Ukal-Dagan ha hecho tomar asiento a sus hermanos y ha decidido la suerte de su casa y de sus hijos. Ha dicho así:  Tengo tres hijos Ir’ip Dagan es el mayor, Rashap-ili es la segunda hija y Abi-Kapi es el pequeño. La casa grande es la parte  que le corresponde a Ir’ip Dagan; La casa pequeña es la parte que le corresponde a Rashap-ili; y las ruinas es la parte que le corresponde a Abi-Kapi. Pero Ir’ip Dagan y Rashap-ili deberán restaurar las ruinas. Todos deberán mantener a Arnabu (mi esposa) como a su padre y a su madre.  Aquel de los tres que no mantenga a su «wbl»,  «padre-madre», ponga su manto en la silla y váyase (desnudo) donde le parezca ». Emar VI. Texto 181. Año 1500-1150 a.c.,  Miskene-Aleppo, Siria.

Referencias y textos:

«La arqueología israelita y la historicidad de los libros del Antiguo Testamento» Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, nº 40 (2004)

«The laws of Yahweh» William J. Dorly (2004)

«Más allá de la Biblia» Mario Liverani (2005)

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    • No entiendo eso de no presentarse, poniéndome como «deberes» leer un texto de un creyente sin base científica y con escasas referencias fuera de los escritos bíblicos.

      Si considera que alguna parte de los textos y explicaciones que aparecen en este blog sobre el origen histórico de las creencias hebreas es falso, inexacto o que mis referencias son equivocadas, no dude en exponerlo en éstas sus páginas que yo, con sumo gusto, intentaré rebatirle.

      Gracias,

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