Urkesh (Ur Kasdim). La impronta hurrita en la genealogía del patriarca Abraham.

Rutas comerciales de la Alta-Media Mesopotamia y el Levante Meriodional Mediterráneo durante el II milenio a.c. .

Principales rutas caravaneras entre la Alta-Media Mesopotamia y el Levante Meridional Mediterráneo durante a finales-principios del III-II milenio a.c. Aparece en resalte la ruta entre Assur/Ashur y Nesa-Kanesh. Elaborado por cdli-ucla.edu . (Desplegar)

Contextuado históricamente, habría que recordar  la importancia que el Levante Mediterráneo  tuvo en el transito de mercaderías durante el III milenio a.c. debido a sus conexiones con Egipto, Mesopotamia, Anatolia, la meseta iraní y las culturas del  Mar Egeo.  Un desarrollo comercial que paralelamente supondría un renovado impulso  urbano en la cuenca media-alta del Eufrates y sus afluentes, léase abur y Balikh, como consecuencia del intercambio cultural a que llevó el desarrollo de un estratégico conjunto de vías terrestres de comunicación.   Éste entramado de rutas caravaneras, y durante la segunda mitad de III milenio a.c.,  conectaría los  puertos de las costas levantinas meridionales mediterráneas, léase Biblos o Ugarit,  con centros urbanos del interior como Qatna, Ebla o Meri, y éstos, a su vez, con otra rutas principales que hacían los recorridos este-oeste y norte-sur.  Tales trayectos estaban jalonados de  pequeñas localidades o estaciones de postas con un intervalo de un 20 km aprox. –  Un jornada de viaje para una recuas de mulas (M. Al-Maqdissi, 2008) – Harran fue uno de éstos importantes enclaves de comunicaciones, tanto en la ruta entre la  antigua capital asiria, Assur, y la ciudad de Kanesh-Neša, su corresponsalía comercial en Anatolia durante los siglos XX y XVIII a.c.,  como en la posterior ruta  entre Karkemish, Urkish/Urkesh y Ninive durante el Imperio Neo-Asirio.  Sigue leyendo

Jerusalem. «La Fundación de Shalem». Antiguos cultos y rituales en la Ciudad Santa.

Últimamente, me estoy dedicando en demasía al tema bíblico y no por ninguna razón en particular, porque como decía Woody Allen: «Todas (las religiones..) son igualmente válidas y todas son igualmente útiles..», y «Una piedra es una piedra, hasta que Cartier la  pule y la expone en su escaparate..». Mas me temo que hace algunos días tuve un «intercambio de opiniones», sobre las creencias durante el temprano periodo de cohesión de Israel, con un practicante judío, que según su comentario carecía de raíces rabínicas, y como aquí estamos todos en éste mundo para aprender, voy a exponer algunas referencias. 

« Y Malki-Tzedek (Melquisedec), rey de Shalem, sacó lechem y yayin /pan y vino , y (como) el era sacerdote de el El-Elyon/Dios de las Alturas,  le bendijo, diciendo: Baruch Abram/Bendito (eres) Abram por El-Elyon, Creador de  Shomayim v’Aretz /Cielos y Tierra; El es quien ha puesto en tus manos a tus enemigos y el que dio a el ma’aser/diezmo por todo (ello). » Génesis 14:18-19 Biblia Ortodoxa Hebrea Sigue leyendo

Mitología semita: El concepto de alma y el «Haz de Chayyim»

Aunque  tengo  que irme a la quinta acepción que da el Diccionario de la Real Academia Española para conseguir una aproximación en la definición de «vigor natural y virtud que alienta y fortifica el cuerpo para obrar» como explicación de lo que quiero expresar,  ésta descripción tampoco termina de satisfacerme con respecto al concepto «espíritu» que quiero desarrollar.  En éste mismo sentido,  si mi intención fuera utilizar el vocablo «alma»,  debo de ir a su segunda  razón para conseguir:  «En algunas religiones y culturas, sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos» y que , si bien se asemeja a lo esperado, tampoco termina de acercarse al concepto semita occidental en ciernes.

« Mas, Adam se ha levantado para perseguirte y buscar tu nap̄šeḵā / Alma, pero el nep̄eš / Alma de (mi) Adon/Señor (David)  estará ligada al Haz de Chayyim / Bolsa de los Vivos de Hashem Eloheicha y las nep̄eš de tus oyevim / enemigos serán por El lanzadas tan lejos, como ( si ella fuera) la funda de una kela / honda» I Samuel 25:29. Biblia Ortodoxa Hebrea.  Sigue leyendo

Ufología ancestral: «The Watchers». Los «Observadores» en los textos bíblicos.

Si una cosa he percibido en mi trato con los seguidores de la ufología, es su general sentimiento de ser “vigilados” por una o varias razas de pobladores de sofisticadas naves interestelares y que , según sus afirmaciones, pululan por éste, por otro lado,  parco e insignificante en proporción y situación, sistema solar de la Vía Láctea. Dentro de su ínclita relación de fehacientes testimonios, tanto antiguos como modernos, existe la posibilidad de encontrarse excelsas tecnologías y sofisticados comportamientos invasivos de sometimiento biológico y social, entremezclándose con una apreciable variedad de personajes bíblicos y de otras mitologías que desde los cielos mantienen un férreo control sobre la evolución del ser humano. Unos entes que podrían ser denominados como “Observadores”.

(En relación a la interpretación de Daniel de la profecía onírica del rey Nabucodonosor II…) En cuanto al îr (observador) que el rey vio, un malach hakodesh (espíritu divino), descendiendo de Shamayim (Los Cielos), diciendo: …”. Libro de Daniel, 4: 23(20). Biblia Ortodoxa Hebrea. Periodo de los Macabeos. 167-142 a.c. aprox Sigue leyendo

La relación entre las primigénias creencias yahwistas y la Corona de Espinas. Una conjetura.

Según las creencias cristianas, las dos alegorías burlescas de los encargados en crucificar a Josue «El nozrim», mas conocido como Jesús de Nazareth. Una fue titularle como «I.N.R.I». o Iesvs Nazarenvs Rex Ivdaerovm«, y otra investirlo con una «corona de espinas».  Tal decisión, la última, podría entenderse como un castigo mas dentro de la extensa pasión del icono del cristianismo y una ridiculizante alusión a su supuesta condición regia, pero tal vez, y digo tal vez,  contenga un mayor significado del que en un principio podríamos suponer.  Sigue leyendo

El tetragramatón YHWH. Una conjetura sobre el origen de la religión yahwista.

«En ese día,  cantaron entonces Devorah y Barak Ben Avinoam, diciendo: ¡Barachu/Bendito Hashem, que el poderío de Yisroel aparezca inabordable, para que la población voluntariamente no ofrezca resistencia! ¡Escuchad, oh Melachim/Espíritus Ancestrales (mensajeros)! , ¡Escuchad, oh rozenim/príncipes (ancestros)!, ¡Yo,  cuando yo,  alabe  a Hashem,  yo estaré cantando  al Hashem Elohei Yisroel/ dios de Israel! ¡Hashem, cuando tú dejaste Seir, cuando tú abandonaste  el Shadeh/país de Edom, tembló la Eretz/Tierra, los Hashomayim/Cielos  se desbordaron, (y) las nubes también derramaron mayim /agua!  ¡La Montaña se estremeció ante la presencia de Hashem,  ése Sinai anterior  al Hashem Elohei Yisroel!  Jueces 5: 1-5 Biblia Ortodoxa Hebrea 

Monte Sinai

Monte Sinaí

Éste pasaje bíblico, que tal vez  pueda parecer oscuro,   nos relata, fundamentalmente,  el canto de alabanza a Hashem  de la cuarta jueza del Antiguo Testamento, y del general Barak,  con posterioridad al asesinato en sus aposentos de Sisra, jefe de las fuerzas kena’ani, y la consecuente rendición de la población asediada. En principio, éste texto podría ser considerado como un pasaje más de la épica hebrea en la conquista de la «Tierra Prometida», pero sin profundizamos un poco, es posible que su lectura nos facilite alguna adicional información. Una referencia añadida al texto anterior:

«Y esta es la berakhah/bienaventuranza con la que Moshe el Ish HaElohim/Enviado de Dios bendijo a los Bnei Yisrael/ Hijos de Israel  antes de su muerte, diciendo:  Hashem vino de Sinai, y se erigió desde Seir. Él se alzó desde el monte Paran, viniendo de entre diez millares de kodesh/santos lugares desde su diestra (del Oeste) (y) fue una ardorosa/cautivadora Ley (enseñanza) para ellos. » Deuteronomio 33:1-2 Biblia Ortodoxa Hebrea.  Sigue leyendo

Breves retazos históricos sobre los pilares socio-económicos de la sociedad occidental (II)

Como ya hemos expuesto en la entrada precedente, las premisas de la actual sociedad occidental es fruto de una bifurcación socio-económica que sucede hace entre 12000 y 14000 años en el periodo Mesolítico,  como consecuencia de los cambios climáticos acontecidos en el periodo comprendido entre la última glaciación de Würm y  el Holoceno. Ésta bifurcación socio-económica consiste básicamente en la desestimación, por necesidades de supervivencia en ciertas zonas con  poblamientos humanos, del anterior general comportamiento, mal denominado para mi gusto,  de «depredación».  «Depredación» que hace mención despectiva a las culturas de cazadores y recolectores, y como ya está harto demostrado, no dejan de ser pueblos  que,  ante una Naturaleza proveedora, no tienen necesidad de plantearse nuevos retos sociales o económicos. 

El punto de partida, posible, que obliga a cambiar esos modos de vida es la desecación de grandes regiones en Oriente Próximo y África, exigiendo un replanteamiento de los antiguos formatos para dar renovadas soluciones. Una decisión que, en sus principios, no supone una mejora de sus anteriores condiciones de vida al formar parte de una necesidad paliativa ante la escasez de alimentos.

«… Recito para él,  el sagrado himno, las invocaciones mágicas en su cámara sagrada,  Las invocación a Nudimmud: “Un día, cuando no existía  la serpiente, cuando no había escorpiones, ni  había hienas, ni había leones. Cuando tampoco existía el perro, ni el lobo, cuando la gente no temblaba ni tenía temor. ¡Cuando el hombre no tenía un oponente..!  […] El Universo entero. con la humanidad resguardada, ¡ Es posible que todos ellos se dirigieran a En-lil en una sola lengua! Pero en ese tiempo, por los ambiciosos señores, por los príncipes ambiciosos, por los ambiciosos reyes, En-ki, por los señores ambiciosos, por los ambiciosos príncipes, por los reyes ambiciosos, En-ki, el Señor de la Abundancia y de las inquebrantables  decisiones,  el Señor de la Sabiduría y la Razón en la Tierra, el  Hacedor de los Dioses, modificó su criterio..,» Pasajes de «Enmerkar y el Señor de Aratta», 134-155. I dinastía de Uruk. Del  siglo XXVIII al XXVI a.c. (sobre texto neo-sumerio del siglo XXI a.c.)

En su vertiente psicológica, afectando a la relación del hombre con su entorno natural, se produce igualmente un cambio el pensamiento en las diferentes comunidades humanas. Hasta ese momento, la Naturaleza y con ella los dioses ctónicos que la representaban, constituían un elenco de fuerzas incontrolables, pero aceptadas y vinculadas, en su generalidad,  a la Fertilidad y al «Mundo de los Espíritus».  La incapacidad proveedora, en determinados enclaves, de éstos dioses hacia el hombre, hace que paulatinamente esas creencias se vayan modificando e incluso desechando. Así y dependiendo de tipo de sociedad en que las adaptaciones humanas deriven, ya sea agrícola, ganadera o mixta, éstas conducen a una determinada  re-interpretación  de la relación del hombre con el «Hecho Divino».  Por otro lado, el mismo acontecimiento del inicio de la «dominación» de la Naturaleza por el hombre,  y que conocemos como el periodo Neolítico,  produce un efecto de temor hacia el  carácter impredecible de las antiguas deidades y lo que representan, pasmándose éste hecho en las diferentes mitologías posteriores, caso del Enuma Elish amorrito-babilónico o la épica griega, y donde las divinidades ctónicas ancestrales son derrotadas por los «jóvenes dioses».

Dentro de las soluciones adaptativas que los diferentes escenarios de supervivencia obligan, se sitúan los nómadas. Nómadas,  que en el caso de la Creciente Fértil, se  desplazarían en la  sobre unos grandes núcleos esteparios  semi-áridos dentro de un amplio contexto geográfico. El tipo de “nomadismo”  no corresponde a las actuales consideraciones beduinas, si no a una “trashumancia horizontal” de rebaños de ganado menor. Las diferentes tribus nómadas pastorearían animales, caso de las ovejas y los asnos, que necesitan disponer de pastos y agua en cantidades suficientes que se viene a denominar como “nomadismo de enclaves”, (Rowton, 1973) y que debe de entenderse como una forma de aprovechamiento eficaz ,  que podría incluir una agricultura de subsistencia, a los recursos naturales en unas regiones  que son inhabitables o  improductivas durante buena parte del año. (C. Wagner, 2012).  Estos grupos humanos, a lo largo de un periodo evolutivo, traerán consigo un nuevo planteamiento deifico como fruto de su relación con el entorno. De ésta guisa,  los diferentes biotipos y su temporalidad proveedora, así como una Fertilidad afecta a la cría ganadera, hacen que tomen carta de presencia divinidades de carácter astral y vinculadas  fuertemente a los ciclos estacionales.

Como no podía ser de otra manera,  los diferentes nichos biológicos, repartidos en este caso por Oriente Próximo,  traerán consigo diferentes culturas y  por consiguiente, diferentes estructuras socio-económicas. Así, y por ejemplo, el urbanismo mesopotámico adoptará un fuertemente componente organizativo,  liderado, en un primer momento, por una élite teocrática. Forma de gobierno, ésta última, que posiblemente se extendería, aproximadamente desde el VI milenio a.c., dentro de las culturas dravídicas y sus regiones fronterizas de carácter aglutinante, como fue el caso de las culturas sumerias y elamitas, y que daban contrapunto a las anteriormente nombradas sociedades tribales semi-nómadas, o nómadas,  extendidas por la Península Arábiga y sus regiones afectas, caso de las culturas semitas.

Anexas a las anteriores,  dentro de un ámbito mediterráneo oriental y acerámico, se construyen sociedades semi-urbanas o urbanas de carácter megalítico que se suceden por sus costas e  islas,  caso de las culturas minoico-cretenses y chipriotas,  y que se extendieron desde Egipto  hasta la Península Anatólica, siguiendo el litoral. El primer vestigio de ocupación humana en Chipre lo encontramos en un campamento de cazadores epipaleolíticos en el año 8500 a.c. aprox, siendo el definitivo asentamiento de culturas agricola-ganaderas  en el  Neolítico Temprano, hacía el año 7500 a.c.  y cuya posible procedencia sea la Península Anatólica, a la que había que aunar poblaciones pre-mediterráneas meridionales. Uno de sus  últimos grandes exponentes en el Mediterráneo meridional levantino serían  las culturas de Ghassul, 3800-3500 a.c.,  Cultura que se extinguiría con la llegada del Bronce Antiguo I, 3300-3000 a.c., y los primeros poblamientos semitas en la región. Como anecdotario decir que el encuentro con éstas construcciones megalíticas por parte de los nuevos pobladores, dio lugar a las mitologías sobre gigantes, caso de las murallas de Jericó, los  denominados por los griegos como » titanes» y  por los semitas como «nephilim». En relación al desarrollo posterior de la entrada,  decir que, y desde la perspectiva puesta en las futuras creencias aglutinantes,  los fundamentos de la personalidad  de su diosa madre, así como sus cultos a los ancestros, perdurará en religiones posteriores.

«Con su elección acertada, aquellos que obedecen la ley (Ashavan) de Ahura Mazda colaboran en la victoria final del Espíritu Bueno, del Señor Sabio,  sobre la mentira. Deben decir siempre la verdad, repudiar la vida nómada, labrar la tierra y cultivar cereales y frutas; Tratar con cariño a los animales domésticos y regar los campo secos, porque el que no es labrador , no tiene parte en la buena nueva » Pasaje  del  «Yasna Haptanhaiti» zoroástrico , 31, 10.  

La progresiva expansión de los semitas y su posterior adaptación a las culturas urbanas, léase aquí acadios, amorreos o meritas, no es óbice para que sus creencias no imperen o se superpongan sobre la antigua religión sumeria bajo-mesopotámica. Así,  durante el imperio acadio, las creencias astrales,  como personificación del Sol y la Luna, se extienden por las riberas del Tigris y Eufrates  acompañadas de una «Diosa Madre» o «Diosa de la Fertilidad»en un progresivo papel secundario. Desde un punto de vista formal, la general religión semita considera la existencia de un exclusivo dios supremo, al que acompañan otras deidades como súbditos, siendo la máxima instancia donde se dirimen sus disputas, en una forma similar a como las tribus semitas las resolvían ante el jefe tribal o “rabiānu/rab(ī)», «rabino/rabí» en su versión castellanizada. Así, por ejemplo, Shamash/Šamaš, el dios Sol del panteón sumerio-semita, el «Dios de la Justicia», no deja de ser una adaptación de tales credos. Tal es así  que incluso el nombre del dios Marduk de las creencias mesopotámicas, dios principal asirio-babilónico hasta su caída en el año 484 a.c. con la invasión persa aqueménida,  proviene del apelativo » dAmar-ud”, ” Sol Primaveral” o “Joven Toro del Sol” , si bien habría que añadir que el culto a la divinidad solar permanecería con posterioridad bajo la personalidad persa del dios Mithra, el hijo de Ahura-Mazda. 

Para entender la composición anterior, habría que significar otro dogma dentro de las religiones semitas y que es la relación «dios supremo/dios inmediato». Así, Marduk, y por extensión Shamash, le es concedido en los textos el título de “Lugal-shu-an-na” o «regente administrativo» por el dios supremo Anu; o de igual forma en  el panteón ugarítico, extensible al semítico-canaanita, el dios Baal es el dios inmediato de un panteón presidido por el dios  supremo El; y en el caso mas oriental , Haddad es el dios inmediato del dios supremo Dagan. Dicho esto, y en aclaración a su estructura,  habría que decir que en el caso de los dos últimos, y por circunstancias biotípicas y/o geoestratégicas, sus atributos están mas cercanos a un «Dios de las Lluvias/Tormentas Benignas», en posible  asimilación al Teshub hittita o al contrario, que propiamente a un dios solar.

Llegados a éste punto, me gustaría hacer hincapié  en una idea: La diferenciación entre «Dogma» y «Ritual» en las religiones en el Oriente Próximo durante el periodo que comprende el IV-I milenio a.c.. El «Dogma», como pilar de cualquier ideario religioso, entra dentro de la percepción psicológica del hombre en su  relación con el entorno y por tanto, con los entes que supuestamente lo gobiernan. Por otro lado, el «Ritual» está siempre vinculado al hecho organizativo, estructurando socio-económicamente la sociedad. Así, por ejemplo,  los templos constituirían, en esa época, exclusivamente emporios económicos,  una negativa desviación de la pretérita necesidad organizativa que en su momento buscó la supervivencia.  Teocracias que obtienen del Dogma la fuerza imprescindible para imponer su jefatura y criterios.

Apuntado lo anterior, y para entender el devenir posterior, decir que la práctica totalidad de las religiones de Oriente Próximo  y del Mediterráneo oriental entre aprox. el III y I milenio a.c.., exceptuando tal vez la premisa hática de las religiones de ámbito hittita, tienen en común un básico «Dogma semítico», siendo el Ritual socio-económico urbano imitación del sumerio.  Anexo a éste contexto y a partir del II milenio a.c., se tiene constancia de un proceso de evolución hacia un «henoteísmo nacionalista». Hablaríamos de religiones que exaltan la inclusión del hombre en un hecho político unitario y exclusivo. 

Estampación del cilindro-sello de Oniyahu. Siglo VIII-VII a.c. Se lee la inscripción hebrea antigua: «Perteneciente a Oniyahu,  » El barco de Yahu/Yahweh». El hijo de Merab». Aparece representado un barco de transporte pesado fenicio , los denominados «Tartésicos».

«Uriyahn, el afortunado, lo escribe:  ¡Bendecido está Uriyahn por Yahweh, ya que de sus enemigos, su Asherah,  le ha salvado!. […] por Oniyahu, […] por su A(she)rah, , […] y por su Asherah » Inscripción encontrada en Khribet El Gom (Mar Muerto) , siglo IX-VIII a.c.

Recapitulando toda ésta evolución y centrándonos en la religión hebrea con anterioridad al siglo VII a.c., tenemos: Un dogma semítico occidental que incluye la  dicotomía del dios supremo/dios inmediato, un culto a los ancestros, y un ritual en construcción, finalmente  fallido, intento de adaptación posiblemente del semítico nor-occidental,  como así lo atestigua la descripción del propio Jumash, y del que sólo perdurará la Ley o Devarim/Deuteronomio. Una Ley que,  si lee en profundidad y me permiten la expresión, es el «Manual del Perfecto Nómada Amorrita de la Tribu de Benjamín».

La evolución religiosa posterior, que los textos bíblicos sitúan hacia el reinado del Rey Josiah entre el 640-609 a.c. dada la significación que para los judíos representa, tendrá como fin reforzar ese sentimiento nacional. Como queda reflejado en los textos proféticos datados entre los siglo VIII y VI a.c. , se denuncia el panteón semita occidental, reduciéndose el hebreo a unas creencias exclusivas hacia el supremo dios creador semítico, ahora con la personalidad de un dios denominado Yahweh y del que se tiene constancia de su culto en Canaan desde finales del II milenio a.c.  Es de notar que aunque es generalmente aceptado éste acontecimiento henoteológico/proto-monoteísta  como deriva de cultos nómadas anteriores, no cabe duda que el «exilio babilónico», de posteriores pero inmediatas fechas, tuvo posiblemente mucho que ver en la reafirmación de éstos cultos,  como así lo expresa el volumen apreciable de similitudes de los textos del Génesis con las creencias amorrito-babilónicas. Una «Ciudad Santa», la de Babilonia, que ya había adoptado el «nacionalismo religioso» en la personalidad de Marduk varios siglos antes.

Con posterioridad a la conquista de Babilonia por Ciro II, fundador de la dinastía persa aqueménida, 559-530 a.c. aprox., los israelitas cautivos tuvieron la posibilidad de regresar a Jerusalem. Si bien tanto los exiliados que volvieron como los que permanecieron quedarían sujetos al dominio persa, siendo éstos últimos la  inmensa mayoría y los que posteriormente redactaron el Talmud Babilónico.  Tras la conquista de Persia por Alexandros III de Macedonia, 353-323 a.c., Canaan formó parte del sector occidental del imperio macedonio. Como una forma de renegar de los seleúcidas y sus creencias olimpico-mitraístas, arraigó en la literatura religiosa hebrea la corriente zoroástrica aqueménida y sus dogmas, plasmándose en un nuevo género denominado «Apocalíptico» con lecturas tales como el «Libro de Daniel (167-142 a.c.) o el mismo «Apocalipsis». Lecturas donde  se advierten las nuevas visiones sobre el Cielo y el Infierno, y un Juicio Final  como fruto de la adopción del pensamiento zoroástrico. Dentro de este  nuevo episodio de renovación teológica hebrea, se modifica también la concepción demoníaca y angelical , y su dualismo sobre el Bien y el Mal,  surgido en el II milenio a.c. durante el proceso henoteológico en Oriente Próximo. Ahora la representación de tales conceptos entrarán en combate y  dispondrán de sus propios «caudillos», Miguel y Satanás, desembocando su lucha en un reino mesiánico en el que prevalecerá el Bien. 

La adopción de tales dogmas y su defensa ante el seleúcida Antíoco IV, 215-163 a.c. trae un periodo de independencia hebreo denominado «Época de los Makabim» y su dinastía asmodea, que comienza en el 164 a.c. .,  y concluye  con la entrada del romano Pompeyo en Jerusalem en el año 63 a.c. La anexión de Israel a la provincia sirio-romana  fue consecuencia de unas luchas intestinas político-religiosas  que tuvieron como desenlace  la guerra civil. El detonante de tales desencuentros fue el nombramiento de un sumo sacerdote de Israel no perteneciente a la estirpe de Sadoc, tribu de Benjamín, por lo que fue tratado de ilegítimo por los «hassidim» o «devotos». A éste hecho, que atentaba contra las predisposiciones divinas, se agregaba su condición de comandante en jefe del ejército hebreo, lo que le hacía contraer numerosas impurezas incompatibles con la dignidad sacerdotal.

Llegados a éste punto, un grupo de hassidim o «asideos» se distanciaron de poder político y formaron el movimiento de «Los separados» o «fariseos». De igual manera, un cierto número de laicos y sacerdotes se alejaron de los dictados del Templo de Jerusalem, instalándose en las orillas del Mar Muerto para llevar una vida de supuesta fidelidad a la «Ley de la Alianza». Estos «separados» dieron origen a la «Comunidad Eremita de Qumran», o como ellos se denominaban los «Ebionim», » Los Pobres» y/o «Nozrim»,  y a los que se conoce vulgarmente como  «nazareos», «nazaritas»,  los mal llamados «pre-cristianos». El  hassidismo oficialista o «saduceo»,  o al menos su rama principal, quedaron como componentes de la administración y del sacerdocio vinculado al Templo.  En principio, los fundamentos teológicos para tales desavenencias entre fariseos y saduceos hassiditas hablan de la observancia de un «tradición oral», lo que viene a denominarse como «Torah Oral», y cuya validez negaban los saduceos. La tradición oral, entre otras ideas, hacia propias del judaísmo las ideas apocalípticas y mesiánicas zoroástricas: La resurrección de los muertos, el Juicio Final, y la llegada de un redentor o libertador, y que estaba apoyada por los fariseos.

Con la llegada al poder de Herodes «El Grande», 73-4 a.c.,  la mayoría del «sector oficialista» de los saduceos se aferraron a sus cargos, los «saduceos herodianos», mientras que un determinado número de ellos, no colaboracionista, formaron una dura oposición y una alternativa, los llamados «zaddikim», «sadoquistas» o «esenios». De ésta alternativa, emana un conjunto dinástico y fundamentalista de sacerdotes que llevan asociados el principio de un «mesías davídico»,  descendiente de la tribu de David, y un sacerdocio sadoquita, como descendiente de la tribu de Benjamín, que se extiende desde el siglo II a.c. hasta el periodo histórico que abarcan los evangelios cristianos y el relato de los «Hechos de los Apóstoles». Dentro de ésta tesitura, es cuando aparece/aparecen en Israel numerosos pretendientes al título de «Mesías». Entre ellos surgen la figura de un supuesto descendiente de la Casa de David, a la que une una supuesta sangre vinculada a la tribu de Benjamín/Moisés: El rabino Josué o  Josué «El nozrim», fundador junto con sus hermanos de lo que se conoce como el movimiento sectario judío de los «nazareos» o «nazarenos». Personaje que es también conocido, en una deriva mas de las traducciones griegas del hebreo, como Jesús de Nazareth.

Los demonios en las creencias judeo-cristianas. Origen y generalidades.

Desde hace algún tiempo y por pura curiosidad intelectual, vengo observando determinadas cadenas de televisión evangélicas, apostólicas o de seguidores literales de los textos bíblicos cristianos. Independientemente de mi opinión con respecto a las creencias religiosas en general, uno de los detalles que mas han llamado mi atención, han sido determinados pseudo-liturgias exorcistas en directo, y donde por obra y gracia del auto-denominado pastor se hace gala de excelsos poderes sobre los «demonios mundanos» que acechan a su parroquia en nombre de Yahweh. Dichos rituales son en extremo afectos a las desgracias diarias, englobando fundamentalmente dos aspectos de la cotidianidad humana: La enfermedad y las penurias económicas.

Bronce asirio-babilónico del dios-rey de los demonios alados, Pazuzu. Siglo VII a.c. Musée du Louvre

Pero lo que mas me ha resultado llamativo no son esas prácticas como tales, pues son fórmulas recurrentes desde los albores de la humanidad, si no la desviación que tales sucesos suponen sobre el general papel que los «entes demoníacos» han tenido como tentadores del alma del creyente y como adalides de la pérdida de perspectiva en la supuesta verdadera Fe en Cristo y sus enseñanzas. En definitiva, hablamos de unos rituales que, en éste caso, dejan en un segundo plano la «redundante labor apostólica» que las iglesia cristianas han tenido durante milenios como fortín y guía del pensamiento moral, social y político de lo que denominamos como «Cultura Occidental», para pasar a ser remedio de unas estragos básicos y pan temporales del ser humano, ante la evidencia de unas comunidades adeptas y sin fisuras.

Como ya he incidido en otras entradas, al tiempo de la llegada del Neolítico a Oriente Próximo,  y la progresiva adaptación a las nuevas fórmulas sociales que representaba, se hace necesaria una revolución en el ámbito religioso. En paralelo a la ineludible necesidad de una explicación para la nueva organización social, se produce su imprescindible justificación religiosa. Reforma del concepto divino  que hará referencia al «acomodo vital» del individuo en el nuevo ordenamiento  de la Naturaleza y de la sociedad humana,  y que dará extremo valor al «sacrificio» y su auto inserción en sus diferentes liturgias organizativas y económicas. Siendo a partir de éste hito social, donde los templos, como atalaya de los dioses,  tomarán el papel de administradores de los mitémicos dueños y soberanos de la Naturaleza,  beneficiándose de los frutos de los supuestos dominios terrenales de los anteriores. Por otro lado, estos dogmas advertirán de las penas que el incumplimiento o desobediencia de tales preceptos acarrean al tentar a la ira de tales deidades, siendo su castigo  la condena a hambrunas, enfermedades y otras diferentes padecimientos.  Llegados a éste punto, habría que aclarar el comportamiento de éstos antiguos dioses, independientemente de la absoluta obediencia exigida al hombre,  era de hacer y deshacer a su antojo y capricho,  sin  que en ningún momento fueran considerados como “seres malignos” o “seres benignos”, siendo como eran dueños y señores con derecho a vidas y haciendas, de tal manera que exclusivamente influían en la vida del hombre en función de sus atributo morales, naturales y de su veleidad divina.

Amuleto en obsidiana contra demonios lamashtu. I milenio a.c. Metropolitan Museum

Ésta concepción de la deidad,  sufrirá con el paso del tiempo una nueva visión, incidiendo nuevamente en la relación del hombre con el «hecho divino». El creyente, como consecuencia de una nueva percepción socio-religiosa acontecida durante la época kassito-babilonia, se siente objeto de una lucha entre unas «fuerzas negativas» que le acosan y unas «fuerzas positivas» que,  mediante rituales y plegarias de perdón,  podrán contrarrestarlas.  A raíz de la anterior bifurcación teológica y por primera vez, aparecen unas entidades que serán hijos de los dioses, y por tanto con un origen divino, que tomarán la representación de los padecimientos de la Humanidad, siendo su exclusivo propósito el castigo de los humanos ante una «ausencia de moralidad» hacia cualquier miembro del panteón deífico – Comportamientos éticos que eran establecidos por éstas propios entes, en definitiva los sacerdotes y/o reyes, y cuyos castigos surgían a consecuencia de una culpa o infidelidad ritual o dogmática hacia el dios- : Tales personajes eran los demonios.

«¡Somete, oh Giš.bar!” «¡Tu serás expulsado por nariz y boca”! Tu, desviación (del camino ¿?), ser hechizado quien le ha tocado (al paciente..).  Hechizada, hija de Anu,  tú indeseable, tu tamarisco, yo te he aplastado, (y) te expulso”. (Aunque..) Dis  [lo dijo], Dis ip-šur lo desdijo, diabólica maldición en forma de Gal5.lá.gin8 , Río,  Bil.gi ap-kal,  tu solitario tamarisco [que crece] en el Cielo… Pasaje de los exorcismos  de las «Series Shurpu»  Tabilla I: 2-19 (Alternativa II). Series babilónico-kassitas

 De ésta guisa,   la actualizada creencia sobre los «seres demoniácos«,  puede ser interpretada como el estar «bajo el poder de un dios», o «daimon»,  o lo que es lo mismo: «Estar poseído por un dios», «entrar en desgracia» o «estar enfermo». Si bien, en éste última acepción, habría que distinguir y según la época entre enfermedades físicas curables y «enfermedades del espíritu» y/o físicas incurables, siendo su tratamiento exclusivo la exorcización del paciente. Éstos rituales exorcistas consistían fundamentalmente en averiguar la causa del enojo de la divinidad que había convocado al demonio mediante un «ritual de investigación» donde se definía tanto al dios incomodado como al vehículo, el demonio, que representaba la aflicción. Éstas liturgias concluían con una rogatoria al dios personal, o de la ciudad, para su intercesión ante el arrepentimiento del penado. Dioses intercesores que,  durante el proceso henoteológico de Oriente Próximo, estaban personificados por un «Ilu», el dios principal o personal,  y una «Ištar(u), o «Diosa de la Fortuna», y que solía ser la pareja de la divinidad.  Como contrapunto,  también era posible realizar «rituales de protección» y/o  rogatorias complementarias a otros «dioses menores benéficos», caso de los «šedu», los «lamašu» o «keruba». Forma singular, ésta última,  del término «kerubim», los denominados  «querubim» de las creencias musulmanas y  judeo-cristianas. 

«Que mi enseñanza caiga como la lluvia, (que)  mi palabra se destile como el rocío y  llovizna sobre la hierba reciente,  como los ṣ́e’îrîm  sobre lo que crece tierno. » Deuteronomio 32:2 Biblia Ortodoxa Hebrea

Desde la visión del Antiguo Testamento, el significado y los acontecimientos asociados con el término «demonio» nos derivan temporalmente al periodo post-exílico  y su «revaluación» de las, hasta ese  momento,  generales creencias de los hebreos. En épocas anteriores,  los hebreos mantenían en sus  generales dogmas semitas occidentales dos entidades que la posterior Biblia Septuaginta griega definiría como «daimonia», «demonio», en Isaías 13.21 e Isaías 34:14:  Los «ṣ́e’îrîm» y los «tsiyyim». 

«Entre los tsiyyim (criaturas del desierto)  encontrarás a los iyyim (y) un se’ir nombrado para acompañarle.  Lilith habita allí y encuentra un lugar para su descanso. » Isaías 34:14 Biblia Ortodoxa Hebrea.

» El akelarre», 1797-1798 Francisco de Goya, Museo Lázaro Galdiano (Madrid)

Los ṣ́e’îrîm,  singular «ṣ́e’îr»,   son seres que representan la «infecundidad del desierto», apareciendo  también en ceremonias expiatorias, caso del llamado «Rito de Azazel», Levítico 16: 5-10 y 20-22 y donde se narra como Aaron sacrifica dos machos cabríos, «ṣ́e’îr»,   uno a Yahweh y otro a Azazel – término que puede ser traducido como la «cabra expiatoria» – . Éste tipo ritual, donde el animal carga con los pecados de los israelitas, está referenciado en otros textos semíticos occidentales y anatólicos (B Janowski y G Wilheim) . Rituales donde «portadores» o «sustitutos» serán condenados, en éste caso internándose en el desierto, con el fin de lograr la eliminación del mal o las impurezas en un rito o acción anterior, y cuya premisa es el «manejo físico del Mal», o de la cólera divina,  para su posterior eliminación. (García Trabazo, 2002). En definitiva, se trata de la «vuelta a su origen», el desierto y su infertilidad, de lo dañino o de lo improductivo como parte del reino del dios Mot, el Attar-Mot hebreo, «La Muerte»,  dentro del general ciclo mitológico semítico occidental que, y a su vez, hay que situar en la general sociedad agro-pecuaria de Oriente Próximo y Egipto por tales fechas, donde encontraremos multitud de sus sosias en «dioses de las tormentas», sujetos, mitológicamente hablando, al ciclo vital de la «muerte y resurrección de las cosechas» o de, como pudiera ser en el caso de Egipto,  adalides de las prácticas agrícolas. Una corroboración de los expuesto nos la da el mismo texto de Isaías 34:14  y donde se hace mención a Lilith. Una Lilith, “Lilîtu” o “Ardat(u) Lilit”,  que en la general mitología de Oriente Próximo  es un “lamaštu“ y donde aparece como hija del dios Anu. Se la considera la culpable de los abortos, de la mortandad y enfermedades infantiles, así como de la incapacidades maternales de las mujeres, dicho de otra manera: La Infertilidad.  Su relación con las creencias hebreas viene soportada por los textos del “Midrash» rabínico, siglo II d.c. , y donde se describe la costumbre semítica de colgar del cuello de los niños un amuleto con la representación de tres supuestos  «entes angelicales” denominados Senoy, Sansenoy y Semangelof para proteger a los infantes de la primera esposa de Adam, Lilith, y que son comparables al uso de amuletos contra demonios “lamaštu” mesopotámicos. Como añadido, decir que Lilith, y dentro nuevamente de su actividad contra la fertilidad, es considerada también como un «alû» o «súcubo», es decir:  «La engendradora de demonios».

Otra acepción, y que nos da el Antiguo Testamento sobre los ṣ́e’îrîm, sería el de «ídolos» o «dioses extranjeros», los denominados en hebreo «’elilim». Así nomenclaturas de la actual entidad demoníaca son derivaciones de antiguos dioses de Oriente Próximo,  caso de «Asmodeo»  que surge del daeva persa «Aeshma» o  el apelativo «Belcebú» que nombra al dios filisteo «Baal Sebaoth»; «Astharot» que rememora a la diosa Astarté o Ištar  de amplia creencia en Mesopotamia y la Creciente Fértil; «Moloch» que hará referencia al dios Moloc amonita/púnico;  el dios principal Baal-Haddad semítico occidental y sus múltiples acepciones como demonio bíblico, caso de «Baalberith», «Balaam», «Belial», «Belphegor», «Buer» y un largo etcétera. El nombrado anteriormente Azazel, o «Asael» ( según el Libro de Enoch 1-6); «Leviatán», el dios Yam ugarítico, y así otro largo etcétera. Un hecho a tener en cuenta, es que desde el punto de vista hebreo incluso los  entes extranjeros «absolutamente benignos», caso de los «šedu», son tomados de igual manera como parte del elenco demoníaco y que nos deriva hacia una extrema política religiosa nacionalista inexistente hasta entonces en Oriente Próximo, si bien, estos últimos,  se siguen manteniendo, como ya se ha comentado,  en una versión propia.

Con la conquista de Persia  por  Alejandro Magno, los asentamientos hebreos pasaron a formar parte del sector occidental del imperio macedonio durante los siglos IV-III a.c.siendo durante éste  periodo cuando se documenta el surgir, dentro de  la literatura religiosa judía, de un nuevo género:  El llamado “Apocalíptico”, y es aquí, durante éste acontecimiento dogmático, cuando se produce una nueva perspectiva en las concepciones afectas al hecho demoníaco y que ligarían, ya  definitivamente,  en la religión hebrea a los antiguos demonios con sus actuales acepciones judeo-cristianas. El germen en éste nuevo papel de las antiguas entidades afectas como demonios, estará inspirado en el dualismo zoroástrico. Ésta cosmología alude a la existencia de dos beligerantes fuerzas espirituales que están encabezadas por el dios de Zoroastro, el ashura «Mazda», y el  daeva/Diablo, «Ahirman»,  y que a su vez, comandan sus respectivas huestes de arcángeles y archi-demonios, así como a sus sucesivas, en el rango,  hordas de espíritus menores. Estos ejércitos encontrados lucharán por la lealtad de la Humanidad. Una lealtad que viene expresada para cada bando por los comportamientos, justos o injustos, de los seres humanos desde los dogmas de la religión zoroástrica,  y cuya inclinación en éste mundo hará que su futuro destino, tras la resurrección de las almas, sea una «Vida Eterna» o  su condenación en la «Destrucción Ardiente». A partir de la asumpción de la estructura cosmogónica aqueménida persa,  los hasta ahora dioses patronales de las diferentes nacionales de Oriente Próximo y sus divinidades acólitas, dejarán de ser dioses para pasar a ser considerados como espíritus menores de la Naturaleza o del Cosmos y de esa misma forma,  degradados a entes maléficos cuya principal función es la tentación del creyente, con el fin de alejarlo de la verdadera fe, atrayéndolos hacía cultos falsos.  Según el dogma zoroástrico, todo éste proceso tendría un final que sería la victoria de Ahura-Mazda con la llegada de un Salvador que se opondría a lo poderes malignos, un «Juicio Final» y una «Nueva Era». Dogma que será adoptado por la religión hebrea, no sin producir un cisma, y que será evidente en los textos post-exílicos y en la literatura religiosa inter-testamental, así como en la  posterior fe cristiana. 

Máscara de arcilla del gigante Humbaba/Huwawa. Año 1800-1600 a.c.  Sippar , actual Abu Habbah (Iraq). Protector del «Bosque de los Cedros», la puerta de la «Montaña Sagrada», residencia de los dioses. British Museum

Vinculados a este acontecimiento, se incorporan a la nomenclatura religiosa demoníaca hebrea términos como «Satan»/»Satanás», en arameo «Ha-Shatán» y que viene a significar «El Opositor» o  «El Adversario», y que claramente evoca los nuevos aspectos filosóficos incorporados desde Persia; o el término «Lucifer», en hebreo «Heylel», «Portador de la Luz»,  que posiblemente  provenga  de una acepción de los «daevas», los demonios zoroástricos, en su denominación en el antiguo culto védico como los «Brillantes».

« ¡Mi Señor.. ( a Gilgamesh)! Tu no tienes conocimiento cierto de ese ser,  (mas) el no debería de inflingirte derrota, pero a mí (Enkidu..), me causaría padecimientos. […] Yo, le conozco de antes:  Su boca son las poderosas fauces de un dragón; su cara tiene el rictus del león; su pecho es como un río embravecido-. ¡Nadie  ha sido capaz de hacerle frente …! El que asola los cañaverales; el león devorador de hombres; el que nunca enjuaga la sangre de sus babas […] [el que es] como un león despedazando un cadáver (y) que nunca enjuaga su sangre…»  Pasaje de  «Gilgamesh y Huwawa» (Versión A)

Desde el punto de vista formal,  las  representaciones demoníacas en las cosmogonías de las «Religiones del Libro» mantienen una figuración alegórica estrechamente vinculada con las  representaciones mesopotámicas, si bien éstas imágenes mantenían, tal vez, un origen semítico y cuyo ejemplo nos lo podría dar el ancestral gigante Huwawa/Humbaba de los escritos en lengua sumeria y del que se tiene noticia desde la Edad del Bronce, 2100-1750 a.c.. Huwawa  era un ser monstruoso de siete auras, protector del bosque de cedros de la costa mediterránea que conducía a la «Montaña Sagrada«, residencia de los dioses y siervo del dios Sol Utu/Šamaš. Por otro lado, existen dos tendencias fundamentales al momento de representar al ente demoníaco: Una que es la asociada al demonio Azazel y al macho cabrío, propiamente semita occidental  y una segunda que proviene de la asimilación figurativa del dios de los demonios, «Pazuzu». Unser, este último,  derivado del gigante Huwawa, y que aparece en la cosmogonía de Oriente Próximo en la Edad de Hierro,  a sí como de determinados dioses secundarios asirio-babilónicos, caso de los benignos apkallu, el monstruo de la diosa Tiamat, de las esfinges lamašu y de los demonios lamaštu.

Referencias:

etcsl.orinst.ox.ac.uk

biblos.com

“Šurpu, a collection of sumerian and akkadian incantations” Erica Reiner (1958)

“Dictionary of deities and demons in the Bible” (DDD) K. Van der Toorm, B. Becking, P.W. Van der Horst (1999)

Imágenes:

http://www.britishmuseum.org

http://www.aboutopsecret.com

http://www.blackwarlock.com

 

Mitología semita. Rephaim: Divinización de reyes y ancestros.

El termino semítico ugarítico  «rpum», «rephaim» en hebreo,  ha sido traducido con diversas acepciones por parte de los estudiosos.  Así y según De Moor,  tal denominación podría ser asimilable al adjetivo «salvadores»; Aistleiner  nos da como  referencia interpretativa la de «gobernantes divinos»; de  «grandiosos/poderosos» en el caso de L’Heuroeux; las «sombras» o los «sombríos» desde el punto de vista de Caquot y Lewis y como «manes regios» desde la versión de Del Olmo Lete. 

Todos estos posibles significados del vocablo  «rpum» convergen en representar a un seres de carácter divino, mas exactamente reyes o dirigentes, que tienen una vertiente social soteriológica como un ejemplo de conducta, a la vez que  hacen funciones de «puente» entre lo divino y lo humano. Tal vez el término contemporáneo, desde el punto de vista de las  «religiones del Libro», pudiera ser el de «santos»,  no desdorando tal afirmación las aseveraciones de N. Wyatt y De Moor, así  y de esta guisa aparecen en el ciclo mitológico de Ugarit junto a los «ilnym», divinidades menores. Desde un contexto interpretativo griego, también  puede ser considerado el epíteto de «héroes» de  apropiado  y así  los define, de igual manera,  del Olmo Lete  al tratarlos de «héroes divinizados».

 « Los rp[um] festejaran (el sacrificio):  siete veces las divinidades, ocho veces la muerte. […] como cónclave se acercan (a la Montaña de la asamblea), […] en un día de verano, (y)  los rp[um] comerán, (y) [los rpum] beberán. […] Los «dioses de los nogales» (¿?) […] Quien está en las alturas […] festín de corderos sacrificales.   KTU 1.20.i.1-10

Texto cuneiforme ugarítico que incluye la Epopeya de Aqhat y Daniel.  Siglo XIV-XIII a.c. Ras-Samra  AO 17323  Museé du Louvre

Para entender la posición dentro de la épica litúrgica de los rephaim  en la mitología  ugarítica,  y por ende extensible a toda la mitología semita del Oriente Próximo,  tenemos que apreciar determinados aspectos de la «divinidad del soberano». Divinidad que Wyatt matiza, aduciendo que su faceta inmortal no debe considerarse básicamente como un  privilegio real  alternativo  a la «muerte física», sino como un destino diferente debido a su regia aportación ante súbditos y  dioses al «infierno mesopotámico», y al que estarían abocados la generalidad de los hombres.  En su muerte, el rey como dador de la vida/fertilidad en su reino, mantendrá tales atribuciones,  pero ahora ya unido  a la «fuente primigenia» concesionaria de tales dádivas, el dios Baal,  formando parte  de su «asamblea celestial».  De ésta manera,  la vicisitud que conduce de la vida a la muerte  adquiere en la  cultura semítica y debido al hecho soberano, una novedosa vertiente que no conduce al «Šeol» hebreo,  el «Hôhu» ugarítico  o «Inframundo» , sino que establece una «bienaventuranza eterna»  alternativa junto a el Padre, el dios El.

Es preciso aclara que la «Vida en el Mas Allá» para los pobladores del Oriente Próximo supone una existencia mezquina como fruto de unas condiciones teológicas que identifican al hombre como un servidor sin excusas a lo dioses, siendo para tal labor  por lo que fueron creados. Así, del individuo a su muerte,  lo que queda en exclusiva es su «etimmu» o «ekimmu» en acadio, una sombra o espectro de la persona fallecida. Éste «espíritu» permanecerá por la toda la eternidad vagando por el Infierno,  alimentándose de polvo y lodo,  y mendigando de los vivos su propio  recuerdo a la par que sus ofrendas.

«Cuando los dioses crearon a la Humanidad, le adjudicaron a la Humanidad la muerte y la vida se la reservaron para ellos…» Pasaje de la «Epopeya de Gilgameš». Tablilla III: 3ss

Éste «Infierno» y dentro del «Ciclo mitológico de Baal», nos es  descrito durante el periplo que los mensajeros del dios, Gupan y Ugar,  hubieron de realizar para llegar a los dominios de Mot, el dios de la Infertilidad y la Muerte. La entrada al «Más Allá» se encontraba flanqueada por dos montañas, Targuziza y Tarrummagi, las denominadas «Alturas del confín de la Tierra» y que posiblemente estén relacionadas con los gemelos «Montes Mashu» de la mitología mesopotámica (Tsevat, 1974 y Margalit, 1980) – Los Montes Mashu eran las montañas de Oeste donde el dios Sol se escondía y que estaban custodiadas por dos hombres-escorpión: Los «girtablilu». (Gilgameš. Tablilla IX)  -. Descendiendo por las entrañas de las «Montañas de mi secreto ( de mi más profundo Yo)»,  como eran denominadas,  se llegaba a las puertas de la ciudad de Hamray, «La Ciudad del Fango» y de allí al trono de Mot que estaba situado en el recinto del «Mukku», «el Gran Charco», describiéndose el reino de Mot, Señor de la Muerte, como el «Gran Lodazal» o «Hôhu». Extensiones de barro que simbolizaban la descomposición de la carne en el lugar donde sólo la parte divina del hombre, en forma de ser emplumado, permanecía.

«[Desde los cie]los [y..] le [bendijo ¿?]: – Mira a tu hijo, a [tu descendencia verás], a los hijos de tu hijo después de ti. Mira, [ellos ¿? te tomarán] de la mano, al mas pequeño besarán tus labios. Allí hombro con hombro, los hermanos, los que asisten a El con presteza. Allí exaltaban (¿?) el nombre de El los (héroes) mortales, exaltaban bendiciéndolo el nombre  de El los próceres. Allí (estaban) Thamaq, el Rapha de Baal, guerrero de Baal y Anat. Allí, Yahipán, el luchador, el príncipe regio, el eterno.. » Pasaje de la «Poema de los Rephaim». KTU 1.22 i 1-10

En definitiva los textos épicos semítco-ugaríticos del «Poema de los Rephaim/Rpum»,  así como la «Epopeya de Kirta/Keret»,  KTU 1.14-16, y la «Epopeya de Aqhat/Daniel», KTU 1.17-19, – Daniel que junto a Noé y Job forman la tríada de antiguos patriarcas de la Biblia hebrea, «los Justos»,  Ezequiel 14,14 –  nos hablan de sagas de reyes divinizados. A su círculo pertenecen reyes legendarios tales como Kirta y Daniel, pero de igual modo pertenecen a tal asamblea los miembros de la dinastía reinante, los antiguos muertos o ancestros, y los mas recientes, todos dentro del «Clan de Didanu» , la dinastía soberana de Ugarit.

« (2) ¡ Emplazados sois, oh  rpum de la Tierra..! (3) ¡Convocada eres, oh asamblea de Didanu..! (4)¡ Ukkn, el rpu está convocado ! (5) ¡Tharruman, el rpu está convocado..! (6) ¡Sdn-w-Rdn está convocado..! (7) Tr-‘llmn esta convocado..! (8) ¡ Los ancestrales rpum  están emplazados..! (9) ¡ Emplazados sois, oh  rpum  de la Tierra..! (10) ¡Convocada eres, oh asamblea de Didanu..! (11) ¡Ammittaru, el rey, está convocado..! (12) Niqmaddu, el rey, está convocado..! (13) ¡Oh, mandato/trono de Niqmaddu, llorado será..! (14) ¡A su pie lágrimas serán derramadas..! (15)  ¡Sea el ágape del rey recordado por los que le precedieron..! (16) ¡Sean tales lágrimas en festín consumidas..! (17) ¡Oh, infortunio..! ¡Oh, infortunio de los infortunios..! (18) ¡Calcina, Oh Shapash..!  (19) ¡Abrasa, Oh Gran Luz, laméntate, Oh Shapash, desde lo alto..!  (20) ¡Al sitial de tu Señor, ante su trono..! (21) ¡ Al sitial de tu Señor,  desciende al inframundo ! (22) ¡Desciende al inframundo, y seas abajo en el polvo..!  «Pasaje del ritual funerario del rey ugarítico Niqmaddu III».  KTU 1.161. 2-22 . Año 1215 a.c. Ugarit/Ras-Shamra

Los Rephaim , o Rêpâim, según las escrituras bíblicas, son los descendientes de Rapha,  un filisteo de la ciudad de Gath  (2 Samuel 22: 24) –  Que aún filisteo, los textos del A.T.  le consideran de la tribu judía de Benjamin,  bien como descendiente de Binea , 1 Crónicas 8:37, o directamente como hijo de Benjamín, 1 Crónicas  8:2,  y por tanto de la sangre de Saúl, lo que implicaría una ascendencia real hebrea  –. Es de notar que los Rephaim en la LXX, 2 Samuel 5: 18-22, son representados con el término “Τιτᾶνες”, «Titanes».  En el Libro de los Proverbios, los Titanes,  forman parte de la representación de la “Extinción”,  por ser seguidores de la “Extraña Mujer”,  la diosa Asherah,  la esposa del dios El y que hace referencia a las  pretéritas culturas con creencias hiero gamas del Mediterráneo Oriental.

« (En referencia a Aserah…) Su morada se hunde hasta la muerte y sus caminos conducen a los Rephaim » Proverbios 2:18. Biblia Ortodoxa Hebrea

La Biblia Hebrea, por su parte,  describe la ‘protohistoria’ de la región de Transjordania  a partir de la utilización de relatos legendarios con un evidente origen canaaneo. La tradición bíblica coincide en señalar que los pueblos históricos de «amonitas» y «moabitas» no fueron los primeros habitantes del norte y centro de Transjordania. Según el libro del Deuteronomio el norte de esa región, Basán, antes de la llegada de los amonitas, estaba ocupada por unos seres legendarios de gran estatura,, pero moral, los rephaim. Es probable que la concepción de los rephaim como gigantes sea un desarrollo secundario, presente únicamente en los libros épicos de la Biblia.

El último de éstos rephaim bíblicos fue  el rey Og de Basán, que residía en las ciudades de Astarot y Edrey  – Tall Ashtara, unos 20 km al noroeste de Deraca. Edrey , actual Deraca, en la frontera siro-jordana –, habría muerto derrotado por Moisés, quien supuestamente conquistó setenta ciudades amuralladas de dicho país,  otorgando dicha tierra a las tribus de Rubén, Gad y Manasés.  En un momento dado, Weinfeld trató de matizar la magnitud geográfica de la conquista atribuida a Moisés. En su opinión, los territorios del reino de Basán fueron conquistados en una época más tardía, mas exactamente en tiempos de la monarquía unida, posteriormente, la tradición deuteronómica se encargó de trasladar ese horizonte geográfico a la época de la conquista de Transjordania. Dicho esto, los recientes estudios en torno a los logros territoriales de la monarquía hebrea unida ponen en entredicho incluso que  Israel hubiera conquistado en alguna ocasión esos territorios.

Texto cuneiforme neo-babilónico de las crónicas del rey  Nabû-na-id (Nabonido). Siglo I-IV a.c  Forman parte de lo que se viene a conocer como  las «Tablillas de Spartoli». British Museum.

En Deuteronio 2.20-21 se afirma que la región de Amón, primitivamente, había estado poblada por unos rephaim a los que los amorreos conocían con el nombre de «zuzim» o «zamzummim» , los cuales habían sido expulsados por Yahweh, concediendo dicho territorio a los amonitas. Es obvio el paralelismo entre esta noticia y la concesión por parte de Yahweh del territorio de los canaaneos a los israelitas. El significado del paralelismo es claro. La ocupación de la tierra de los gigantes por parte de los amonitas legitimaba desde un punto de vista moral la conquista israelita de Canaán. Por su parte Deuteronomio 2.10-11  sitúa en la tierra de Moab a los «emim«, otro pueblo de gigantes a los que también se asocia con los rephaim.  Génesis 14.5-6  evoca un legendario enfrentamiento en el que Codorlahomer, rey de Elam, al mando de una coalición formada por Amrafel, rey de Senaar, Arioc, rey de Elasar y Tideal, rey de Goiim, derrotó a los «horim» y a los tres pueblos de gigantes a los que hemos aludido hasta ahora: los refaim en Astarot Carnain, los zuzim en Ham y los emim en Savé de Quiriatain.  Epopeya que actualmente sabemos tiene un origen babilónico y que ha sido identificado gracias a las llamadas «Tablillas de Spartoli» datadas en siglo VII-VI a.c, una copia del original babilónico.  Tales textos relatan la historia de la destrucción y saqueo de Babilonia, así como de su santuario más importante, el Esagila, a manos de una coalición de cuatro reyes, nombre de tres de los cuales evoca claramente a los mentados en Génesis 14: Mku-dúr-lah-(ga-)mal o  Codorlaomer;  Mèri-dÉ-a-ku o Arioc;  Mtu-ud-hul-a o Tideal . A partir de aquí resulta plausible suponer, según Astour , que el relato del rey Codorlaomer fue compuesto en época del Exilio babilónico  por un autor hebreo que adaptó el relato a un contexto judío.

Finalmente, pero ahora ya en Palestina, en la región de Hebrón, el relato bíblico sitúa a otro pueblo de gigantes vinculado con los rephaim, los «anakim». La tradición hebrea afirma que su ancestro epónimo era Anak, hijo de Arba, el fundador de Qiriat Arba, Hebrón, . Además de a los rephaim, Números 13.33,  asocia a los anakim con los «nephilim«, comentados ya con anterioridad en otra entrada.

El carácter etiológico de esas historias relativas a los legendarios habitantes de Transjordania parece claro. Durante los últimos siglos del Bronce Antiguo tuvo lugar un colapso del proceso de urbanización en el Levante mediterráneo. Dicho colapso tradicionalmente se había interpretado como el resultado de la llegada de grupos nómadas semitas procedentes de la vertiente occidental del curso medio del Eufrates, los amorreos. Actualmente, sin embargo, se han abandonado las explicaciones de cariz político en favor de aquellas que ponen especial énfasis en los factores socio-económicos. Así, la transición entre el Bronce Antiguo III y el Bronce Antiguo IV se explica ahora como el resultado de un proceso de «ruralización» en el paisaje cultural del Levante. A ello cabe añadir el hecho de que Transjordania es una región con abundantes monumentos megalíticos erigidos durante el final del Calcolítico/Bronce Antiguo I, aunque reutilizados en épocas posteriores, dándose la circunstancia que la mayor concentración de tales monumentos se halla en las laderas orientales del valle del Jordán.  Según Jordi Vidal,  fue probablemente la visión  sobre las dimensiones de esos monumentos megalíticos y sobre las ciudades con murallas ciclópeas abandonadas -tal como pudiera ser la antigua ciudad de Tall Handaquq – , fue la que la  provocó, en las repoblados asentamientos canaaneos del Bronce Reciente,  la creencia en una antigua civilización de gigantes, ya desaparecida , responsables de aquellas construcciones.

Argumentaciones, éstas últimas, que pudieran ser ciertas. aunque obvia hechos evidentes tales como que la Biblia no fue redactada por ganaderos y agricultores, evidentemente analfabetos, sino por escribas templarios, como así pone en evidencia los diferentes pasajes adscritos  a  textos mesopotámicos y que seguramente fueron recreados durante el exilio babilónico. Tampoco debemos olvidar que los cultos y rituales a antepasados, y su «santidad»,  no es un acontecimiento extraño al pueblo hebreo, como así nos indican diferentes textos bíblicos, caso de Samuel, 28. 8-15. Por el contrario, y como apunta Hendel,  el destino de los rephaim en la Biblia parece constante:  «Su existencia apunta a su necesaria aniquilación»- El término «nephilim» en hebreo viene a significar «los caídos» (en la batalla..) -. Aniquilación o asimilación, como nos dicta el pasaje Génesis 6. 1-4, fruto de una necesidad de expansión o de supervivencia ante las dinastías semíticas vecinas que estaban representadas  por diferentes clanes de rpum. Fruto de esta «necesidad nacional» es la reforma religiosa emprendida por el rey Josías en el siglo VII a.c. y que impone el alejarse de unos antiguos cultos baálicos todavía presentes en las creencias de Israel. – Notar que en 2 Reyes 22. 8-11, el escriba del templo que lee la“Seper Hattorah” redescubierta, y llevada ante Josías,  se llamaba «Safan». Nombre que proviene de «Saphon», la «Montaña Santa» de Baal –  Posiblemente la versión mas certera de porqué los términos rpum/rephaim fueron asimilados a gigantes nos la de «Septuaginta» o «Biblia griega». En los escritos también conocidos como LXX, los rephaim son tratados como «dioses primigenios» al asimilarlos al termino mitológico griego  «Titán».  Ésta versión concordaría plenamente con el papel de derrotados que la Biblia pretende  para los  rephaim – Los Titanes eran una pretérita raza de dioses grandiosos y poderosos, «gigantes» en definitiva,  que fueron derrotados en la «Titanomaquía» por el dios olímpico Zeus – 

Sirva por último añadir que en los archivos, datados en el Bronce Reciente,   hallados en Ugarit es donde aparecen las menciones más antiguas atestiguadas de los rephaim. En este sentido cabe destacar el texto KTU 1.108, en donde en sus primeras líneas,  se afirma que uno de esos rephaim, calificado como “rey eterno” y “dios”, residía en Astarot y gobernaba en Edrey, pudiendo bien tratarse del Rey Og bíblico – El término «Og» en hebreo viene a significar «Grandioso» –  . En realidad, en Ugarit, durante el citado periodo, también situaban a los rephaim con ese mismo nombre  en el país de Basán. Por otra parte, la figura de Og parece haber pervivido en la tradición fenicia del primer milenio a.c. Así Og, «Cg»,  aparecería en una inscripción funeraria de época persa, siglo V a.c.,  conservada en un sarcófago reutilizado en una fortaleza cruzada de Biblos. En dicha inscripción, Og,  parece representar el papel de una «divinidad protectora de la muerte» y que concordaría con las atribuciones de los rpum como «los rephaim de la tierra/Infierno».

« (Proverbio en referencia al Rey de Babilonia…) El Seol abajo se espantó de tí; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte; hizo levantar de la silla a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones » Isaías 14: 9.  Biblia Reina Valera 1960.


 Referencias:

» Mitos, leyendas y rituales de los semitas occidentales» Gregorio del Olmo Lete (1998)

«Tierra de gigantes. La «Protohistoria» de Transjordania según la tradición cananea» Jordi Vidal (2007)

«Religious texts from Ugarit» Nicholas Wyatt (2002)

«Glosas ugaríticas III. Reyes, difuntos y armas» Gregorio del Olmo Lete (2003)

«Geografía del infierno ugarítico según el ciclo mitológico de Baal» Jordi Vidal (2004)

Imágnes:

wikipedia.org

La adaptación medieval cristiana de la simbología grecorromana y del Antiguo Oriente Próximo.

Durante el recorrido que hemos hecho aquí por algunos aspectos de la mitología semítica hebrea, y por extensión bíblica a la cristiana, hemos podido evidenciar la existencia de múltiples coincidencias con los principios de una mitología que se extendió a lo largo de milenios por  el Oriente Próximo y sus regiones de influencia.  Unas estructuras básicas mitológicas que,  y desde la visión de su importancia en futuras civilizaciones, podríamos localizar  en los territorios afectos al Golfo Pérsico  –  y que coincide con los mitos posteriores de localizar  allí el «Jardín del Eden», así como con el principio de la civilización mesopotámica según las aseveraciones  del sacerdote babilónico Bêl-rê-ušu o Berossos –,  y que se extenderían, poco mas o menos,  por la parte occidental de Asia, conformando con posterioridad,  junto a las  creencias religiosas semitas y la  evolución deítica de la herencia  neolítica mediterránea,  lo que actualmente denominamos como «Religiones del Libro»

Diosa madre con cabeza de serpiente y niño en brazos. Periodo El-Obeid IV, 3900-3500 a.c. Eridu. National Museum of Irak

A lo largo de los miles de años que han ido conformando la creencia humana en las divinidades , un acontecimiento reiterativo ha sido la representación de  aspectos de la Naturaleza que incidían en su realidad cotidiana.   Éstas representaciones dieron una «forma física» a unas  divinidades que  surgieron como parte de la  respuesta a cuatro principales introspectivos interrogantes:  Su propia existencia como parte de  la creación del mundo; la Muerte como supuesto fin de los días;   sus experiencias vitales en relación con las excelsas fuerzas que parecían regir tal Universo, y, por último,  su  propio proceder y  conducta  ante tales sucesos.  Las tres primeras dieron como respuesta  el desarrollo de una mitología y la última, dictó sus  leyes y  rituales sagrados. De ésta guisa,  posiblemente durante un paleolítico cazador-recolector, esta mitología primeramente estaría directamente ligada a su mas inmediata realidad física natural, para luego evolucionar hacia un alegoría de esa «esencia creadora/destructora» que le rodeaba, en un neolítico agrícola-ganadero, y que mantendría  parte de la imaginería totémica del periodo anterior.  bien  como forma  representativa de la deidad, como epónimo o nombre alegórico, o bien formando parte de su  renovada estética iconográfica.

Con el transcurso del tiempo, y como consecuencia de una progresiva «humanización» en las representaciones divinas,  sus hasta ahora asociaciones naturales fueron tomando un carácter simbólico. Por otro lado, la correlación de fuerzas dentro de los distintos panteones y su evolución, dieron como resultado que, en algunos casos, bien por  heredad bien por yuxtaposición de las cualidades esenciales que adornaban a  las pretéritas divinidades,  supusieran la  incorporación de seres fabulosos que englobarían  los diferentes aspectos simbólicos tomados por las nuevas deidades.

Como no podía ser de otra manera, y conocida fuente de numerosos  pasajes,  los escritos bíblicos están impregnados de ese simbolismo pretérito. Simbolismo animal o vegetal que ensalzará o desvirtuara en función de la inclinación moral de la cita y que incluso recogerá  algún ser fabuloso de la genérica mitología asiática, caso de la «Serpiente Primigenia«, Rahab, a la que combate en similitud al relato del ciclo mitológico del dios Baal sirio-canaaneo.  

« Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová, despiértate con el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab y el que hirió al dragón » Isaías 51:9 Biblia Reina Valera 1960.

Desde un punto de vista adicto, el bestiario cristiano hay que situarlo en el «Physiologus», un tratado sobre la Naturaleza y su simbología de origen griego que se data entre los siglo II y III d.c. En este tratado el autor realiza una descripción de determinados entes naturales desde un enfoque  simbólico espiritual, pero siempre desde una perspectiva cristiana.  Así,  tales símbolos pasan a convertirse, desde la herencia greco-babilónica, en reflejo de las verdades de la fe en Cristo y sus principios morales tratando su hasta ahora ambivalencia simbólica con equivalencias  relacionadas con el bien y el mal y que asociaba en su explicación con pasajes bíblicos. El «Physiologus», en definitiva,  recoge la antigua simbología mitológica de Oriente Medio, y por heredad grecorromana, para proporcionarle una visión aceptable, como sucedió en otros muchos casos,   a ojos de los dogmas de la religión cristiana. En éste sentido no hay nunca que obviar la importancia de la simbología en unas culturas donde el general de la población era  analfabeta y las antiguas representaciones divinas estaban harto  implantadas en el sentimiento religioso popular.

A comienzos del siglo XII y bajo su retórica, auspiciada por textos posteriores que citaban tales escritos como fueron «Etymologiae» de San Isidoro de Sevilla o  los «Diálogos» y «Homilias» de Gregorio Magno,  se abren paso los bestiarios medievales propiamente dichos. En el caso del monasterio de Silos éste es resuelto sobre las lecturas del libro «Colaciones» de Juan Casiano, siglo V d.c, , y que frecuentemente apoya su dialéctica en la simbología de la naturaleza animal.  El relato, simula conversaciones entre los eremitas del desierto, desgranando los fundamentos y los fines  de la vida ascética, convirtiéndose en manual de una nueva  doctrina sobre el  comportamiento monástico auspiciada durante el siglo IX en Occidente.

Capitel románico. Monasterio de Silos (Burgos). Siglo XI-XII d.c. Representan a parejas de buitres con la cabeza enfrentada, símbolos del «transito espiritual» libre de pecado.

En los capiteles mas antiguos del claustro del Silos aparecen diferentes representaciones animales y vegetales donde su simbolismo hace una función de guía y reflexión para los monjes que paseaban entre sus muros. Así aparecen figuraciones de buitres afrontados dos a dos que oponen sus cabezas para picotearse tanto artejos como alas.  El buitre, desde tiempos inmemoriales, ha sido figurado como el protector de las almas en un contexto muerte y resurrección (Çatal Huyuk)  donde las diosas-madres ejercían como protectoras del transito reencarnativo  dentro de las cultura neolíticas afectas a Oriente Próximo – Forma junto a la serpiente una dualidad terrenal-espiritual donde la serpiente representa en «transito terrenal» y el buitre, el «transito espiritual» –. De esta guisa aparecen también en la culturas egipcias como representación de las diosas-madre Uadjet y Nekhbet en su papel de protectoras de los faraones del Bajo y Alto Egipto, y también como símbolo  de la Tierra y el Cielo, como ámbitos del alma,  adoptan la fórmula de la cobra y del buitre –  En el caso de diosa-serpiente Uadjet,  su cariz como diosa protectora de los partos es plenamente asimilable con las diosas-serpiente del periodo ubaidiense – Dentro de las acepciones al parto y el nacimiento, ya dentro de la cultura grecorromana, el buitre, hembra, aparece vinculado a la virginidad por considerarse que sus huevos eran fecundados por el Viento de Levante, así como a la «Anunciación» por ser animales que en su vuelo advertían de importantes acontecimiento venideros al estar al servicio del dios Apolo – Es de añadir que en la mitología grecorromana, y según Plinio,  al buitre  se le consideraba también con símbolo del Cielo al considerarse sus nidos como inaccesibles – Fruto derivado de éste elenco de correlaciones míticas, los buitres darán  figuración al carácter maternal y virginal de María, madre de Cristo,  en el simbolismo cristiano del medievo como símbolo de lo puro y ausente de pecado.

Otro de los capiteles primitivos hace una recreación temática del dragón mediante dos tipos de reptiles superpuestos aunque de simbología  diferente. El dragón de la parte inferior es un híbrido formado por un cuerpo de ave de enorme tamaño con cabeza, cuello y cola de saurio que son acompañadas de un fauces provistas de grandes lenguas. Sobre sus espaldas aparecen dragones mas pequeños, también alados, con el mismo tipo de cabeza y cola, pero provistos de dos patas de tres dedos de tipo felino. 

Capitel románico. Monasterio de Silos (Burgos). Siglo XI-XII d.c. . Aparecen representados dos reptiles alados con unos pequeños dragones a sus espaldas,simbolizan el alma y sus tentaciones.

La mitología del dragón o  la «gran serpiente»  en combate con las antiguas  divinidades supremas de los panteones de Oriente Próximo es recurrente. Podemos encontrarnos relatos épicos de tales encuentros tanto en la mitología hittito-hurrita con  Teshub y la serpiente Illuyanka, en la sirio-canaanita con Baal y Rahab/Yamm , como en la mesopotámica con  Tishpak y Labbu en lo mitos de Eshnunna o  con Marduk y Tiamat  en el Enuma-Elish amorrito-babilónico.y donde el dios salva el mundo de un ente primigenio de carácter celeste o bien usurpa el trono, en el caso de Baal,  al heredero marino del dios-padre El.  El dragón, en el Antiguo Testamento, personifica. según I. Ruiz, al adversario de YHWH en sus designios de salvación y que se entronca con la actividad creadora de Dios en contra la bestia primordial de los abismos/Infiernos, Leviatán/Rahab. es decir a Satán y que se corresponde, evidentemente,  con la hermenéutica y adaptación simbólica cristiana, como ya hemos comentado antes, del ciclo mitológico de Baal, origen y fuente de las creencias hebreas anteriores al I milenio a.c. reflejadas en los textos bíblicos.

« Efectivamente, por Leviatán, se designa a aquel antiguo devorador del género humano, quien, prometiendo al hombre hacerle Dios, le arrebató la inmortalidad…» Pasaje de las «Obras de Gregorio Magno»,  Libro II, «Homilias», 5, 25, 8   pag 658

Siguiendo con la interpretación cristiana de las Sagradas Escrituras, el autor Casiano, por su parte, lo define en la primera Colación como un «monstruo espiritual» capaz de penetrar en lo mas profundo del alma con la cohorte de los demás vicios, disertando y asimilando, en otras Colaciones,  sobre los «espíritus del mal», el dragón, entre una serie de animales cuyos nombres por si mismos le permiten evocar la «grandeza extraordinaria de su malicia»,   el bestiario de Satanás. Bestiario románico que incorpora seres tales como  hipocentauros, dracontópodos, cinóperos, dentotiranos,  seres de la mitología grecorromana tales como arpías, górgonas, faunos, sirenas, minotauros, y un largo etcétera.

« A la casa que no abandona quien entro en ella. Por el camino que no tiene regreso. Donde el polvo es su alimento y la arcilla su sustento, donde no ven la luz y viven en la oscuridad, donde visten plumas como los pájaros… » Pasaje de la «Epopeya de Gilgamesh» . Tablilla VII  36-38. Versión Biblioteca de Ašurbanipal.

Capitel románico. Monasterio de Silos (Burgos). Siglo XI-XII d.c.. Representan a parejas de águilas leontocéfalas con las cabezas encontradas. Simbolizan el poder de Cristo sobre los Cielos y la Tierra.

En contraposición al pequeño monstruo, el reptil-pájaro de la parte inferior toma otros derroteros en su expresión mística.  Alas y plumas proporcionan una diferente simbología como representaciones del alma.  Casiano describe tales sintonías como que el ideario del monje es poseer un alma «alada» , libre del «lastre de la carne» y «rauda» en emprender el vuelo «hacia las alturas del Espiritu». Alma que si afronta con éxito vicios y pasiones se asemejará a una «pluma ligera» (Ibidem, IX,IV).  Las «almas emplumadas» son también recurrentes en la mitología mesopotámica y egipcia, si bien su simbolismo adolece, en el caso mesopotámico, de ese concepto etéreo para ser vestimenta de  reclusión en el Kur, el Seol del los textos bíblicos.  Si bien habría que anotar que en los textos sagrados anteriores al Imperio Nuevo egipcio, solamente el faraón era poseedor de un alma. Alma que se separaba del cuerpo por la nariz en forma de pájaro, ya que para el resto el alma era concedida » a posteriori» por Osiris, con el beneplácito del faraón,  en virtud de los servicios prestados a el «dios viviente» en su «doloroso tránsito» por la Tierra. La iconografía de Silos, con respecto al alma, vuelve a entroncar la simbología del reptil alado con las creencias de Oriente Próximo, donde la serpiente es símbolo de la inmortalidad  por reencarnación – Según la mitología de la Creciente Fértil, su inmortalidad estaba vinculaban al episodio de su «muda de piel» y que fue conseguida tras arrebatársela al héroe Gilgamesh – , a su vez que, de nuevo,  la asocia con la simbología de las diosas-madre.

Otra de las representaciones que podemos encontrar en la imaginería románica es el águila leontocéfala o de cabeza de león. En la mitología mesopotámica, la combinación de características animales fueron la manifestación de  personalidades incontroladas con un inmenso poder, pero sin estar  consideradas, en principio,  con fuerzas malignas.. El águila leontocéfala aparece ya en la  eṕoca sumeria como representación del dios Ningirsu  «Señor de las Lluvias»  (Jacobsen 1970) .  En los textos sumerios,  los héroes Lugalbanda y Ningirsu se valen del enorme pájaro para realizar sus proezas engañándola con el ofrecimiento  de ser adorada  como un dios a su vuelta. En los posteriores textos acadios,  el » Pájaro An-zu-u»,  es ya considerado como un ente demoníaco, hijo de Anu,  y representando al «Caos» aparece en la posterior mitología babilónica donde arrebata las «Tablas del Destino» al dios Enlil, sus poderes divinos,  siendo rescatados por el, entonces,  héroe entre los dioses, Ninurta, hijo de la diosa-madre Belet-ili. Como símbolo de las Lluvias/Tormentas adquiere una dualidad benéfica/maligna, en un contexto agrícola,  dada su inprevisilidad que bien puede beneficiar o echar a perder la cosechas. En la simbología  astrológica  babilónica, el «Pájaro An-zu» aparece relacionado con el Sol (Hartner, 1965) , estableciendo ya un vínculo con los cultos semítico-babilónios al dios Sol, Shamash, y  que, a su vez, lo entroncaría con futuros cultos  proto-cristianos y mitrianistas sirios –   Entender Siria, como concepto  dentro de la división provincial romana de Oriente Próximo en el siglo I .d.c. – de carácter solar que evolucionaron a partir del siglo II d.c. auspiciados por las  reformas religiosas  dentro del Imperio Romano.

Según  el bestiario cristiano de  Charbonneau- Lassay, 1991,  el águila leontocéfala simboliza  el poder de Cristo como  «Señor  del Cielo y de la Tierra» . Curiosamente Ninurta era llamado «El ombligo de la Tierra o el titular de la ligazón de la matriz de los Cielos y la Tierra, (Sa-Moon, 1989), a partir de la sustitución de los cultos agrícolas a Tammuz/Ningirsu por las creencias  solares acadias.

Referencias:

«Del mito al símbolo cristiano: El claustro de Silos» para «Anales de Historia del Arte».  Ines Ruiz Montejo (2010)

» A Dictionay of Ancient Near Eastern Mythology» Gwendolyn Leick  (1991)

Imágenes:

elpasiego.foroactivo.com

panageos.es

http://www.arte-romanico.com